Inversión pública a PIB, en mínimos históricos bajo el gobierno de AMLO

El sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido marcado por una notable caída en la inversión pública en comparación con los gobiernos anteriores, alcanzando un ratio de inversión pública a Producto Interno Bruto (PIB) de solo 2.7%, el más bajo desde el mandato de Ernesto Zedillo.

Esta cifra resalta las debilidades del actual modelo económico, donde la inversión pública se ha concentrado en proyectos icónicos del centro y sur del país, descuidando regiones clave como el norte y occidente.

A pesar de que la formación bruta de capital fijo, que incluye tanto la inversión pública como la privada, sumó 22.3% del PIB, el hecho de que la inversión privada alcanzara 19.6%, la más alta en los últimos cinco sexenios, contrasta con la falta de progreso en la inversión pública. Esta disparidad en la inversión resalta la necesidad de un enfoque más equilibrado que no solo se centre en grandes proyectos, sino que también fomente el desarrollo de infraestructura en todo el país.

Dentro de este contexto, las fortalezas del mercado mexicano se centran en la capacidad de la iniciativa privada para adaptarse y crecer, incluso cuando el gobierno no ha cumplido con sus expectativas de inversión.

Sin embargo, la situación actual también presenta oportunidades para una mayor colaboración entre el sector público y privado, lo que podría resultar en un impulso conjunto hacia la mejora de la infraestructura y el desarrollo regional.

Por otro lado, las debilidades son evidentes en la falta de inversión en áreas críticas como energía, comunicaciones y transportes, lo que limita la competitividad del país en el contexto global. Esta disminución en la inversión en infraestructura podría impactar negativamente en la productividad y en la generación de empleos, afectando así el crecimiento económico a largo plazo.

En cuanto a las amenazas, la situación se torna más compleja, ya que el rezago en infraestructura puede conducir a un estancamiento económico. Si el próximo gobierno no reorienta su enfoque hacia una inversión pública más equilibrada y estratégica, México podría enfrentar un futuro incierto en términos de crecimiento.

La falta de infraestructura adecuada puede desalentar la inversión extranjera y limitar la capacidad de las empresas para expandirse y competir, lo que generaría un ciclo de bajo crecimiento que afectaría a todas las regiones del país.

El panorama actual revela una clara necesidad de revaluar las estrategias de inversión en México. El diálogo entre el gobierno y la iniciativa privada será crucial para abordar los desafíos actuales y aprovechar las oportunidades de crecimiento. La pregunta que se plantea es cómo se podrá equilibrar la inversión pública y privada para impulsar un desarrollo económico sostenible que beneficie a todas las regiones del país.

Colaboración: Editorial Auge.

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