El ‘superpeso’ volverá más fuerte en 2025 pese a reforma judicial: ¿Por qué la moneda se recuperará?
Analistas prevén que el peso mexicano se aprecie hasta 18.5 pesos por dólar en 2025, lo que representa una mejora significativa respecto a las expectativas actuales del mercado, que sitúan la mediana en 19.13 pesos por dólar.
Este fortalecimiento se debe a una creciente confianza de los inversores en la nueva administración y la reducción de la volatilidad relacionada con las elecciones estadounidenses.
En este contexto, es crucial resaltar las fortalezas del mercado mexicano, que incluyen su posición geográfica estratégica, que facilita el comercio con Estados Unidos, así como su economía diversificada y un sector manufacturero robusto que se beneficia del nearshoring. Sin embargo, el país enfrenta debilidades inherentes, como una alta dependencia de la economía estadounidense, que lo hace vulnerable a cualquier cambio en las políticas comerciales de su vecino del norte.
El peso sufrió una caída del 14% tras las elecciones de junio, que resultaron en una victoria contundente de la coalición gobernante, permitiéndoles realizar cambios constitucionales. Sin embargo, desde entonces, la moneda ha mostrado signos de recuperación, subiendo más del 2% desde sus mínimos históricos, a medida que se aproxima la toma de posesión de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum.
El futuro del peso está ligado a la postura económica que Sheinbaum adopte, especialmente en comparación con su predecesor, Andrés Manuel López Obrador.
Las oportunidades que surgen de este cambio de administración podrían incluir la implementación de políticas que fomenten la inversión extranjera y un enfoque más abierto hacia el sector privado, lo que puede revitalizar la confianza en el mercado. No obstante, la incertidumbre en torno a la reforma judicial también representa una amenaza, ya que cualquier indicio de un debilitamiento en la independencia del poder judicial podría desincentivar la inversión y generar volatilidad en el tipo de cambio.
La economía mexicana se encuentra en un momento crítico. La atención se centra en la capacidad de la nueva administración para abordar problemas logísticos y de infraestructura que han frenado el crecimiento.
Las iniciativas para mejorar la infraestructura son vitales, ya que facilitarían la llegada de más fábricas al país, un proceso conocido como nearshoring, que implica trasladar operaciones más cerca de los Estados Unidos para optimizar la cadena de suministro. En este sentido, las debilidades en la infraestructura actual, como la insuficiencia en el suministro de energía y agua, pueden ser una barrera significativa para el crecimiento. Sin embargo, si la nueva administración presenta un plan claro de inversión en estos sectores, podría convertirse en un catalizador para atraer más inversiones y fortalecer el peso.
Además, el manejo del déficit fiscal es otro tema de relevancia. La intención de reducir el déficit del 5.9% del PIB a menos del 3.5% puede ser bien recibida por el mercado, dado que la reducción del déficit tiende a fortalecer la moneda al aumentar la confianza de los inversores en la estabilidad económica del país. Un enfoque hacia el 4 o 4.5% también podría ser considerado favorable. Sin embargo, las amenazas que plantea un entorno de altas tasas de interés en otros mercados emergentes y la posible volatilidad en torno a las elecciones estadounidenses continúan siendo factores que los inversionistas deben considerar.
La recuperación del peso mexicano está ligada a múltiples factores, entre los que se incluyen el manejo de la política económica por parte de la nueva administración, la atención a las reformas judiciales y el enfoque en infraestructura. Con un contexto internacional que también se estabiliza, México tiene la oportunidad de fortalecer su economía y, por ende, su moneda. La clave será observar cómo se desarrollan las políticas bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum y la respuesta del mercado a estas iniciativas.
Colaboración: Editorial Auge.