México, líder en remesas: un impulso a la economía

En 2024, México recibió un total de 64,745 millones de dólares en remesas, un incremento del 2.3% respecto al año anterior, de acuerdo con cifras del Banco de México.
Este flujo de capital se ha convertido en una fuente esencial de ingresos para millones de familias y en un factor clave para el consumo interno, que sigue siendo uno de los motores más sólidos de la economía nacional.
La creciente dependencia de estos recursos refleja tanto la fortaleza del vínculo entre los migrantes y sus comunidades de origen como la falta de oportunidades económicas en algunas regiones del país.
Michoacán se consolidó como la entidad que más remesas recibió, con 5,647 millones de dólares, seguido por Guanajuato y Jalisco, que superaron los 5,000 millones de dólares cada uno.
Estas tres entidades concentran juntas un cuarto del total de remesas enviadas a México, reflejando la presencia de una población migrante establecida y altamente productiva en el extranjero.
La Ciudad de México y el Estado de México también figuraron entre los principales receptores, lo que indica que el fenómeno migratorio ya no es exclusivo de comunidades rurales, sino que también involucra a habitantes de zonas urbanas en busca de mejores oportunidades en el exterior.
El impacto de las remesas en la economía mexicana es innegable. Con un valor equivalente al 3.6% del PIB, estas transferencias superan los ingresos generados por sectores clave como el turismo y la inversión extranjera directa en algunos años.
Sin embargo, esta fortaleza también representa un desafío, pues la constante inyección de divisas, aunque beneficia el consumo y la estabilidad financiera de muchas familias, no siempre se traduce en inversión productiva o desarrollo estructural. El riesgo de que las economías locales dependan en exceso de estos ingresos podría limitar la creación de empleos bien remunerados y frenar la competitividad de ciertos sectores.
El crecimiento sostenido de las remesas también abre oportunidades para fortalecer el mercado financiero a través de nuevos esquemas de inversión, ahorro y crédito destinados a los beneficiarios de estos recursos.
La digitalización de los envíos ha reducido costos y aumentado la seguridad de las transferencias, permitiendo una mayor bancarización de quienes reciben estos fondos. No obstante, la incertidumbre económica global y las políticas migratorias de Estados Unidos podrían representar una amenaza para este flujo de ingresos, especialmente si se endurecen las condiciones laborales para los trabajadores mexicanos en el extranjero.
A medida que la migración mexicana continúa generando un flujo constante de recursos, el reto es transformar esta fuente de ingresos en un motor de crecimiento sostenible. La pregunta clave es cómo aprovechar esta inyección de capital para fortalecer la economía interna y reducir la necesidad de migración como única alternativa de progreso.
Colaboración: Editorial Auge.