Los activos más atractivos de 2024

El 2024 estuvo marcado por un entorno de incertidumbre global y local que definió el desempeño de los mercados financieros. En este contexto, el oro destacó con un rendimiento cercano al 56%, consolidándose como el refugio por excelencia ante la inestabilidad.

Este comportamiento refleja cómo los inversionistas priorizan activos seguros en tiempos de incertidumbre económica y política. Eventos como las elecciones presidenciales en Estados Unidos, políticas monetarias restrictivas y tensiones geopolíticas influyeron directamente en los rendimientos de los activos más relevantes.

En el ámbito de las acciones extranjeras, el índice S&P 500 alcanzó un notable rendimiento del 54%, impulsado por expectativas de menores impuestos y regulaciones en Estados Unidos, mientras que las acciones de mercados desarrollados mostraron un crecimiento del 46%, gracias a la recuperación global. Sin embargo, estas ganancias llevaron las valuaciones a niveles históricamente altos, lo que podría limitar su atractivo a futuro.

Este desempeño pone de manifiesto una de las fortalezas del mercado mexicano: la confianza en instrumentos de deuda de corto plazo que ofrecen estabilidad y rendimientos consistentes.

Sin embargo, el panorama para las acciones y fibras fue mucho más adverso, registrando caídas de -11% y -12%, respectivamente. Las reformas constitucionales y la incertidumbre global afectaron negativamente a estos activos. Estas cifras evidencian una debilidad estructural del mercado accionario mexicano, que se ve particularmente afectado por cambios regulatorios y la percepción de riesgo político.

El peso mexicano tuvo un desempeño preocupante, registrando su cuarto peor año desde su libre flotación y posicionándose como la tercera moneda más débil del mundo, solo detrás del real brasileño y el rublo ruso.

Este hecho representa una amenaza importante para el mercado, dado que un peso débil puede erosionar la confianza de los inversionistas extranjeros y elevar los costos de las importaciones, afectando a diversas industrias.

A pesar de ello, la apreciación del dólar permitió que los bonos de largo plazo en Estados Unidos ofrecieran un rendimiento del 23.6% en pesos, destacando una oportunidad para los inversionistas mexicanos que diversificaron en activos extranjeros.

En contraste, los bonos de largo plazo y los Udibonos en México ofrecieron rendimientos mediocres debido a la cautela del Banco de México en la reducción de tasas de interés, lo que subraya otra debilidad del mercado mexicano: su dependencia de decisiones de política monetaria que a menudo se ven condicionadas por factores externos.

Sin embargo, la capacidad del mercado local para ofrecer instrumentos como los Cetes, que se mantienen atractivos incluso en tiempos difíciles, es una fortaleza que debería seguir siendo aprovechada.

En resumen, el mercado mexicano enfrentó un año complejo, influido tanto por dinámicas internas como externas. Entre sus principales fortalezas se encuentran la estabilidad de sus instrumentos de deuda a corto plazo, mientras que la volatilidad del peso y la incertidumbre regulatoria representan desafíos que limitan su competitividad. No obstante, las oportunidades en mercados extranjeros, combinadas con la resiliencia de ciertos activos locales, ofrecen un panorama mixto que demanda estrategias sólidas y diversificación.

Colaboración: Editorial Auge.

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