Sheinbaum impulsa una nueva era de inversión: México atraerá hasta 4 mil millones de dólares al año

Claudia Sheinbaum proyecta un incremento sustancial en la atracción de Inversión Extranjera Directa (IED), con estimaciones que oscilan entre 3,000 y 4,000 millones de dólares anuales.

El gobierno de la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, ha anunciado un ambicioso plan para incrementar la atracción de flujos de Inversión Extranjera Directa (IED), con una captación que ascendería entre 18,000 y 24,000 millones de dólares al término de su mandato, con respecto a los niveles en que terminen en 2024.

Esta estrategia se plantea como parte esencial de su administración, con la intención de aprovechar las tendencias globales de relocalización (nearshoring) y fortalecer la posición de México como un destino atractivo para la inversión.

La estrategia de Sheinbaum no solo apunta a aumentar la inversión extranjera, sino también a fortalecer el contenido mexicano en las exportaciones. Se prevé la modificación de los Programas de Promoción Sectorial (Prosec) y la atracción de inversiones en sectores clave. 

Esta visión está alineada con la necesidad de fortalecer la cadena de valor local y consolidar a México como un destino competitivo para la inversión, particularmente en sectores como la manufactura y la tecnología. Asimismo, el gobierno planea dar continuidad a la inclusión de pequeñas y medianas empresas (Pymes) en estas cadenas, lo que podría generar un impacto positivo en la economía local y fomentar un crecimiento más equitativo.

Uno de los eventos más importantes para concretar estas inversiones será el U.S.-Mexico CEO Dialogue, programado para el 15 de octubre, en el que se espera la participación de 45 grandes empresas. En esta plataforma, el gobierno mexicano planea presentar una cartera de proyectos de inversión que comenzarán a ejecutarse a partir de 2025. Esta cooperación estratégica entre ambos países refleja el potencial de México para atraer inversiones que fortalezcan su economía en los próximos años.

Desde una perspectiva de análisis empresarial, México se encuentra en una posición privilegiada para capitalizar el nearshoring, gracias a su cercanía con Estados Unidos, su integración en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y su infraestructura industrial. Sin embargo, el país enfrenta desafíos significativos. 

Uno de los puntos críticos es la necesidad de mejorar el entorno de negocios y brindar mayor certidumbre a los inversionistas, tanto en términos de estabilidad política como de seguridad. La capacidad del gobierno para generar un ambiente propicio para las inversiones será crucial para garantizar que estas proyecciones se materialicen.

El impacto de la relocalización de empresas en México podría traducirse en un incremento del Producto Interno Bruto (PIB) de entre 0.5 y 1.0 puntos porcentuales, según Vidal Llerenas. Esta proyección, aunque alentadora, está condicionada a la capacidad de México para superar sus debilidades estructurales, entre ellas la falta de desarrollo en infraestructura en regiones clave del sur y occidente del país. 

El gobierno de Sheinbaum también ha destacado que las inversiones deben estar alineadas con la justicia social y laboral. Esto significa que el crecimiento económico impulsado por la IED debe ir de la mano con mejores condiciones de trabajo y desarrollo para las comunidades locales.

Aunque esta política de inclusión social podría ser una fortaleza a largo plazo, también podría representar una amenaza si las regulaciones laborales estrictas disuaden a algunos inversionistas extranjeros que buscan flexibilidad en sus operaciones.

México cerró 2023 con un nuevo máximo histórico de IED, alcanzando 36,058 millones de dólares, lo que supone un crecimiento del 2.2% respecto a 2022. Este dato muestra el atractivo continuo de México como destino de inversión, aunque se enfrenta a una competencia creciente de otros países que también buscan beneficiarse del nearshoring. Las amenazas para el mercado mexicano incluyen la incertidumbre global, los cambios en las políticas comerciales de Estados Unidos y la posible inestabilidad en la región.

En conclusión, el panorama para México es prometedor pero lleno de retos. El país tiene claras fortalezas, como su ubicación geográfica y su integración en cadenas globales de suministro. Las oportunidades son significativas, especialmente con la tendencia del nearshoring y el impulso hacia una mayor participación en las exportaciones de alto valor agregado.

Sin embargo, las debilidades estructurales, como la inseguridad y las disparidades regionales, junto con las amenazas externas, como la competencia internacional y los riesgos políticos, pueden dificultar la plena materialización de estos objetivos. La administración de Sheinbaum tiene la oportunidad de consolidar a México como un actor clave en la economía global, pero su éxito dependerá de su capacidad para navegar estos desafíos.

Colaboración: Editorial Auge.

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